Cuando era pequeño heredé una rica historia oral de mis padres y de mis abuelos/as. Debido a las bajas tasas de alfabetización dentro de la comunidad gitana, nuestra historia se transmitió oralmente. Sin embargo, esta historia estuvo a menudo fragmentada, limitada por la corta vida de las personas gitanas. Debido a las desigualdades en materia de salud, las personas gitanas tienen una esperanza de vida más corta que la población mayoritaria. Las historias rara vez se extendían más allá de unas pocas décadas, y algunos casos excepcionales se remontan a aproximadamente un siglo atrás. Uno de los principales mensajes transmitidos a través de estas historias fue el sufrimiento persistente del pueblo gitano como grupo no violento bajo diversos gobernantes, autócratas y dictadores. La historia oral de mi familia recordaba la violencia cometida contra las personas gitanas por la reina María Teresa durante el Imperio de los Habsburgo, y por la Alemania nazi de Hitler.
Como era de esperar, después de siglos de depender únicamente de la historia oral y de no tener acceso a la educación formal, las comunidades gitanas perdimos partes importantes de nuestra narrativa histórica. Aspectos cruciales de nuestros orígenes y de nuestra herencia cultural fueron olvidados con el tiempo; muchas personas gitanas incluso olvidaron que nuestros antepasados emigraron originalmente de la India. Esta ausencia de historia documentada y de educación formal dejó sin respuesta a muchas preguntas que un niño curioso podría formular sobre su identidad, orígenes y herencia cultural. Como resultado, la memoria colectiva de la comunidad gitana se fragmentó y gran parte de nuestra historia permaneció oculta o desconocida para las generaciones sucesivas. Esta brecha en el conocimiento histórico contribuyó aún más a nuestra marginación y dificultó a las personas gitanas afirmar nuestra identidad y nuestra herencia cultural en un mundo que a menudo buscaba borrarlas o distorsionarlas.
A pesar de la riqueza de nuestras tradiciones orales, mis padres y abuelos no pudieron explicarme, por ejemplo, por qué tenemos la piel más oscura que la gente no gitana, por qué esto se percibe como algo malo y por qué esto es importante. El mensaje implícito (y explícito) era que éramos percibidos como una versión más oscura y algo contaminada de la población mayoritaria. Mis padres y abuelos gitanos aceptaron esto porque se lo habían repetido muchas veces; les habían dicho con tanta frecuencia que eran inferiores que empezaron a creerlo.
Yo he interiorizado este mensaje, y muchos otros gitanos y gitanas que he conocido, nacidos en Europa a finales del siglo pasado, también han tenido ese mismo sentimiento. Esto quedó especialmente claro más tarde, cuando comenzamos a conectarnos en toda Europa y a aprender unos de otros sobre cuán profundamente arraigada está la marginación del pueblo gitano en el contexto histórico. En la Rumanía del siglo XIII, las personas gitanas estaban esclavizadas y eran principalmente propiedad de la iglesia; todavía en el siglo XIX las personas gitanas eran cazadas por la aristocracia en algunas regiones europeas durante cacerías organizadas; y durante la Segunda Guerra Mundial, casi un tercio de la población gitana fue asesinada por los nazis.
A pesar de pruebas históricas tan contundentes, Europa a menudo no ha reconocido que tiene “un pasado” con el pueblo gitano. Sigue existiendo un debate sobre si el término “Holocausto” debería usarse para referirse a las víctimas gitanas, lo que refleja una tendencia más amplia a negar o restar importancia a las atrocidades cometidas contra nosotros.
De hecho, el punto de inflexión para los derechos de las personas gitanas se produjo hace unos 25 años, cuando empezamos a utilizar la ley para abordar las violaciones de derechos humanos cometidas contra nosotros. Los primeros casos presentados ante tribunales nacionales e internacionales marcaron un cambio significativo: quedó claro que Europa tenía un problema profundamente arraigado con la discriminación. Las personas gitanas fueron de las primeras en plantear cuestiones de igualdad y discriminación étnica a través de litigios estratégicos, lo que llevó a la Unión Europea a introducir sus primeras directivas contra la discriminación. Poco a poco, los Estados miembros y aquellos que aspiraban a unirse a la UE comenzaron a desarrollar sus propias leyes contra la discriminación, planteándose cómo lograr la igualdad. Finalmente se crearon organismos para la igualdad en todos los Estados miembros, lo que representó uno de los avances más significativos para los derechos de las personas gitanas en Europa.
El papel del litigio en la defensa de los derechos de las personas gitanas
Los litigios son una piedra angular de la estrategia del Centro Europeo de Derechos de las Personas Gitanas (ERRC) para combatir la discriminación y promover la igualdad para el pueblo gitano. Utilizando la acción legal pretendemos lograr dos objetivos principales:
1. Establecer precedentes legales: al ganar casos históricos, establecemos precedentes legales que benefician a la comunidad gitana en general. Estos precedentes sirven como herramientas poderosas para la promoción futura, influyendo en los estándares legales nacionales e internacionales.
2. Crear conciencia y movilizar el cambio: los litigios dan visibilidad a las injusticias que viven las comunidades gitanas, influyendo en la opinión pública y movilizando a los agentes clave para impulsar reformas políticas y legislativas.
ERRC tiene actualmente más de 150 casos de litigios estratégicos en curso en Europa. Casi todos estos casos son contra autoridades estatales. Esta amplia participación en acciones legales es un testimonio de nuestro compromiso inquebrantable para combatir la discriminación y promover la igualdad de las comunidades gitanas en toda Europa.
El litigio estratégico de ERRC significa apoyar casos legales que están específicamente diseñados para contribuir a la eliminación de estructuras discriminatorias que impiden que el pueblo gitano disfrute de una igualdad plena.
Avanzando hacia la igualdad y la autodeterminación
Creo firmemente que las personas gitanas deben ser tratadas con igualdad y estar libres de cualquier forma de discriminación. Deberían tener autonomía para decidir cómo quieren vivir, y la libertad de tomar estas decisiones sin imposiciones externas es un derecho fundamental. Imponer decisiones externas a las comunidades gitanas no solo es ineficaz sino que también perpetúa el ciclo de marginación y exclusión. La tolerancia cero ante la discriminación es esencial para que las personas gitanas puedan ejercer sus derechos de forma plena e independiente. Garantiza que no sean sometidas a un trato prejuicioso en la educación, el empleo, la vivienda, la atención sanitaria y otras áreas vitales de la vida. Solo cuando las personas gitanas estén libres de discriminación podrán realmente decidir cómo quieren vivir, perseguir sus aspiraciones y contribuir a la sociedad en sus propios términos.
El camino hacia la igualdad y la autodeterminación de las personas gitanas pasa por erradicar la discriminación y empoderarlas para que tomen sus propias decisiones. Al fomentar un entorno de respeto, inclusión y tolerancia cero hacia los prejuicios, podemos ayudar a las comunidades gitanas a lograr la autonomía y la igualdad que merecen por propio derecho.
El camino a seguir: la legislación y la realidad
En los últimos 25 años se han producido avances notables en materia de derechos de las personas gitanas. Por primera vez, los Estados han sido responsabilizados y castigados por discriminar a sus propios ciudadanos de origen gitano. También fue la primera vez que las personas gitanas comenzaron a utilizar activamente la ley para defender sus derechos.
Sin embargo, todavía existe una enorme brecha entre la legislación y las políticas, y la lucha cotidiana de las personas gitanas. Se enfrentan a la violencia policial, a la escolarización segregada, al acoso, al acceso limitado a la salud y a los recursos, a la injusticia ambiental y a la exposición a condiciones de vida peligrosas a diario.
Debemos seguir siendo realistas; 25 años no es tiempo suficiente para cambiar siglos de discriminación. Sin embargo, si imaginamos una línea de tiempo que comenzara cuando las personas gitanas llegaron por primera vez a Europa y se extendiera hasta el día de hoy, mostraría claramente que el único cambio real y tangible para los derechos de las personas gitanas se ha producido en los últimos 25 años. ¿Qué podría pasar entonces en los próximos 25 años? Las personas gitanas ahora tenemos muchos aliados, y este proceso ya es imparable. Los cambios que esperamos ya se están produciendo.
Traducción de Javier Sáez del Álamo
D. Ðorđe Jovanović
Presidente de European Roma Rights Centre (ERRC).